Por Mauro Libi.- La psicología ha concluido de manera
tajante que la comunicación es vital en las relaciones humanas. Por eso,
cualquier actitud que tienda a obstaculizarla o impedirla tiene un efecto
pernicioso en las personas en instituciones.
Algunos vicios apuntan en este sentido y, por ello, afectan
a las personas, a las familias las relaciones de pareja, a la sociedad y a las
organizaciones. Un ejemplo de esto es el silencio que se guarda sólo para
“evitar” inquietar al otro, pero que se convierte en una acumulación de
resentimiento que puede hacer explotar la relación en cualquier momento.
Y no pocas empresas y emprendimientos tienen el silencio
como política y modelo de solución de los problemas.
Se impone, por tanto, la comunicación asertiva, entendida
como la respuesta oportuna y directa, que respeta la posición propia y las de
los demás. Es honesta y mesurada para con los involucrados.
La comunicación asertiva influye en las relaciones que se
dan en todos los ámbitos. Es gratificante incluso en la relación que una
persona establece consigo misma.
Recordemos que la asertividad es la actitud que tiene una
persona al expresar su punto de vista de un modo claro y de una forma
totalmente respetuosa ante el interlocutor.
La psicología positiva ha establecido algunas técnicas que
contribuyen a lograr una comunicación asertiva.
En primer lugar, escriba el mensaje, es decir prepárese
cuando sepa que debe entablar una conversación importante, con un amigo, con su
pareja, con un familiar o en el trabajo. Haga un borrador en el que establezca
qué va a decir por orden de prioridades. En tal sentido, elimine todo ataque,
pues, definitivamente no conducirá a ninguna parte ni ayudará al entendimiento.
Dele sentido y claridad a su mensaje, elimine lo que sobre,
lo que no aporte nada, lo que esté de más.
Elimine los ruidos de la comunicación, todo aquello que
entorpezca el entendimiento. Y por ruido debe entenderse desde cualquier sonido
que impida escuchar, hasta las ideas preconcebidas o el pensar en cualquier
otra cosa en lugar de escuchar atentamente lo que el otro tiene que decirle.
Si usted decidió hablar, pues entonces hágalo, apague su
celular, olvídese del correo electrónico o del chat y centre su atención en su
interlocutor.
Escoja un lugar adecuado y evite sobremanera el tratar
ciertos asuntos delicados por medios inadecuados en los cuales cada quien le
pondrá a las palabras el tono que su emocionalidad le imponga. Los asuntos
delicados se tratan personalmente, mirándose a los ojos.
El cuidar todos estos detalles contribuirá, no solamente al
entendimiento racional sino también emocional.
Olvídese de los temores, la comunicación no puede ni debe generar
miedo, por el contrario debe contribuir a eliminarlo.
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