Mantener
una buena relación con nuestros empleados puede ser en verdad vital para el
futuro de nuestra empresa. Por ello, debemos aprender a mantener una relación
saludable, profesional aunque cálida, para la reducción del estrés
laboral y para la creación de un buen ambiente
de trabajo productivo, efectivo y agradable.
Es
clave que como jefes ocupemos una posición de líder,
pero que permitamos al equipo crecer sin ejercer una función de control que sea
demasiado asfixiante y que merme la
creatividad, innovación y colaboración. Un motivo por el que nuestra labor del
jefe, sobre todo, debe centrarnos en la supervisión.
Y, por supuesto, es fundamental que haya objetivos claros. Además, estos deben ser asumibles para que la plantilla de trabajadores esté más motivada, porque los objetivos que se ven como inalcanzables son una fuente de desmotivación.
Estas claves de éxito nos ayudarán a darle buen trato a nuestros empleados:
Mantengamos un buen trato
La ideología del jefe de ceño fruncido es la imagen que debemos combatir. Aunque tengamos un rol de jerarquía, esto no significa que debamos ser soberbios y tratar a los trabajadores como esclavos a nuestro servicio, después de todo, todos comenzamos por un puesto menor al que tenemos. Siempre debemos escucharlos, porque ellos pueden tener enfoques, ideas y puntos de vista magníficos, que podemos aprovechar para elevar la productividad de la empresa.
Apliquemos la política de puertas abiertas
El buen
jefe siempre tiene sus puertas abiertas para sus empleados, respetando sus
opiniones y sus condiciones laborales y personales. Todos podemos tener un mal
día, y aunque no busquemos tener una relación de amistad, sí debemos tener un
trato amigable hacia todos los miembros de la empresa.
Deberíamos
tener en cuenta que muchas veces los jefes tienen una idea muy clara en su
cabeza, pero a la hora de explicarla, las palabras no terminan de definir lo
que necesitan.
Seamos pacientes, expliquemos correctamente nuestras necesidades
y pedidos a nuestros colaboradores, para permitir que ellos puedan hacer una
mejor labor. Seamos respetuoso con nuestros aportes, aunque no los veamos
útiles: lo importante es que hagamos el esfuerzo por mejorar las situaciones.
Finalmente,
un buen jefe debe ser elegante a la hora de imponer su autoridad. No hay que
olvidar que el puesto es, de por sí, superior al de los colaboradores, y que
finalmente es un cargo a respetar. La mejor manera de obtener un trato amable,
es dando exactamente lo mismo hacia los demás.
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