Por
Mauro Libi.- El poder transforma, no hay duda. No
pocas personas sucumben ante él. Estamos rodeados de ellos. ¿O es que acaso no
ha tenido excelentes compañeros de labores que tan pronto son ascendidos se
convierten en seres totalmente antagónicos a aquello que pregonaban ser cuando
compartían con nosotros?
La empatía, el sentido de colaboración, la
camaradería y hasta valores fundamentales como la justicia y la amistad,
comienzan a desaparecer para dar paso a unas personas dominadas por el
ejercicio del poder y todo lo que este conlleva.
Y cuando se está en el poder, la propensión
al grito, al maltrato, al insulto, a no respetar la posición y parecer del
otro, comienza a ser la constante.
No en pocas oportunidades hemos hablado de
las diferencias del jefe y el líder.
Creemos que en este asunto se encuentra la respuesta a este
comportamiento.
Algunos psicoterapeutas han asomado que
esta especie de síndrome de superioridad que aparece cuando los individuos se
encumbran en el poder, es consecuencia a su vez de un complejo de inferioridad
mal resuelto en estas personas.
¿Cómo fomentar el liderazgo positivo?
Primero, aprenda a reconocer el valor de
las otras personas. Usted no es el centro del mundo, a su alrededor hay gente
importante, con buenas ideas y grandes aportes que hacer aun cuando no detenten
posiciones de poder.
Quienes están enfermos de poder o por el
poder obvian este asunto e ignoran al resto de las personas, a quienes
conforman sus equipos de trabajo, los menosprecian y los consideran únicamente
como un simple escalón o peldaño que usarán para subir y alcanzar sus objetivos
y metas.
Es preciso recordar que cada persona es
importante en sí y por sí misma, es un ser irrepetible e irremplazable.
Uniformar el trato con los integrantes de su grupo de trabajo es un error.
Aprenda a conocer a cada uno de ellos y dispénsele un trato de acuerdo a su
personalidad.
Es fundamental que el líder respete la
libertad y fomente la responsabilidad entre la sus colaboradores. Delegar es
una excelente manera de cumplir con este cometido. Confiar en las capacidades
de los otros.
El líder debe procurar trascender y no el
ejercicio del poder que, en resumidas, es efímero por naturaleza. Hoy se tiene
poder y mañana no.
Sus colaboradores no le recordarán por su
cargo sino por la manera cómo lo ejerció, su creación, su legado, sus aportes y
por su trato con las personas.
El líder trasciende cuando ama lo que hace
y a las personas con quienes lo hace, cuando presta servicio a los demás,
cuando se guía por valores y principios fundamentales del ser humano que nunca
está dispuesto a abandonar por el logro de sus objetivos y metas.
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