Por Mauro
Libi Crestani. Siguiendo con los temas de la psicología positiva
empresarial u organizacional que busca resaltar lo bueno de la vida y lo mejor
de las relaciones entre el trabajador, las empresas y el proceso productivo,
nos enfocaremos ahora en las emociones positivas que caracterizan al empleado
positivo.
Las
emociones constituyen un factor fundamental de los fenómenos y estados
afectivos que podrían conceptualizarse como reacciones o respuestas
psicofisiológicas de los individuos a ciertos estímulos cuando percibe un
objeto, persona, lugar, suceso, o recuerdo importante. Desde el punto de vista
psicológico, las emociones alteran la atención y modifican ciertas conductas
guía de respuestas del individuo y activan redes asociativas relevantes en la
memoria.
Como
emociones positivas dan lugar a estados afectivos placenteros y beneficiosos
para la persona. Así tenemos que dichas emociones —tales como alegría, orgullo,
amor, interés, contento, gozo, entre otras— modifican la actuación de las
personas y se convierten en sus recursos personales de manera duradera.
Desde el
punto de vista empresarial u organizacional se han realizado estudios sobre
algunas emociones positivas. Por ejemplo, la alegría, es tenida como una
emoción que tiene lugar en contextos familiares o confiados, que necesita bajo
esfuerzo y que se revela con diversas manifestaciones faciales y corporales. La
alegría se hace presente como resultado de haber alcanzado objetivos. Se
caracteriza por el estado festivo y sirve de impulso a otras acciones tanto
físicas, sociales como intelectuales y artísticas. La alegría es muy valorada en
el ambiente laboral, puesto que genera la proactividad y la conducta
emprendedora. El disfrute es otra emoción muy cercana a la alegría, aunque
tiene menos manifestaciones externas. Igualmente, el gozo es una emoción más
auto-referida y con niveles más bajos de activación que las dos anteriores.
Estas tres emociones dan cuenta de estados placenteros y de felicidad.
El interés
es otra emoción positiva que aumenta el impulso por explorar, de obtener
información y buscar nuevas experiencias. Asimismo, el orgullo que es respuesta
a un logro y que estimula el compartir los resultados con otras personas, algo
que tiene efecto multiplicador y exponencial de los buenos resultados.
Las
emociones positivas, aunque sean momentáneas, aumentan los recursos personales
que sí tienen efectos duraderos y que pueden ser utilizados en otros momentos.
Las emociones positivas facilitan el desarrollo de habilidades.
En este
sentido, las emociones positivas incrementan el repertorio de
pensamiento-acción y facilitan la construcción de recursos personales
duraderos, como el alcance de la atención, la cognición y la acción.
Estudios
han determinado que las personas que experimentan emociones positivas son
proclives a patrones de comportamiento inusuales como flexibilidad, creatividad,
apertura hacia la información y eficiencia.
Las
emociones positivas ayudan a que frente a la adversidad los individuos se
adapten, una respuesta que supone satisfacción y da lugar a más emociones
positivas, es decir, hacen posible una espiral positiva.
De tal
manera que las emociones positivas, aparte de los efectos beneficiosos al
individuo, los tienen para el grupo y para la organización, puesto que las
emociones se comparten. Las emociones positivas se contagian.
La
afectividad positiva, es una disposición a experimentar estados emocionales
placenteros, que se manifiesta diferencialmente entre individuos. Las personas
con alto grado de afectividad positiva muestran frecuentemente buen humor,
suelen estar alegres, entusiasmados, enérgicos, confiados y alerta. Tal estado
tiene un efecto positivo en el trabajo. Entre los estados afectivos positivos
se encuentra el optimismo que es de excelente repercusión laboral, puesto que
ante las adversidades las personas con este estado afectivo logran vencer las
dificultades.
Sigueme @maurolibi12
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