lunes, 11 de julio de 2016

Mauro Libi Crestani: El Valor de las marcas y de las empresas


Por Mauro Libi Crestani. Hay productos que van y vienen de las estanterías. Su existencia en el mercado es efímera, tienen un boom pero un buen día ya no están más. En cambio hay otros que, al parecer, llegaron para quedarse, son tradición, a la tal extremo que la marca, se convierte en sinónimo del género, lo identifican.

¿Por qué ocurre esto? Simplemente porque son productos que cuentan con el más importante valor: la credibilidad y la confianza del público. 

Posicionar una marca es cuestión de ofrecer transparencia, confiabilidad, que la gente se sienta segura de lo que compra. Ese prestigio se logra a pulso, con tesón y honorabilidad.

Eso es el valor de una marca.
De hecho, en muchos casos vale mucho más que los activos empresariales. 
En años anteriores, dichos activos reflejaban el 60 por ciento de los estados financieros de una empresa. Hoy día, algunos afirman que son sólo el 20 por ciento. Los activos intangibles cada vez son más apreciados y son más difíciles de registrar en la contabilidad.

Y es que la confianza y credibilidad no tienen precio. Un producto o servicio de gran nivel innovación tendrá más valor si es lanzado al amparo de una marca confiable.

Y créalo, cuando su marca ha alcanzado prestigio debido a que ofrece calidad, buen servicio y confiabilidad, entonces su marca vende, pues es aval de confianza.

Esa es la razón por la que los medios de comunicación dan cuenta de ventas mil millonarias de empresas en las, que si a ver vamos, seguramente los libros contables reflejarán un valor infinitamente menor al logrado en la negociación.

Cuando esto ocurre esos montos astronómicos se ofrecen por el valor de la marca.
Las empresas son algo más que activos tangibles, como terrenos, instalaciones, maquinarias, equipo, que sí, seguramente valen mucho dinero, pero son fácilmente adquiribles. Lo que sí no se puede comprar con facilidad es el prestigio.

Cuando se vende y se compra una empresa, se negocian los beneficios futuros, el valor de mercado, el posicionamiento de la propia empresa y de sus productos o servicios, la cartera de clientes, las alianzas que posee con proveedores estratégicos.

Por tanto, a la hora de fijar el precio, los libros de contabilidad quedarán de lado y las partes deberán resolver entre ellas el valor que la marca representa.


El precio real de una empresa lo establecerán el comprador y el vendedor en la mesa de negociación. Así de sencillo.

Sigueme @maurolibi12

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