Por Mauro Libi Crestani. Aunque es posible
que se tengan errores y fracasos, lo ideal es evitarlos y trabajar en pos del
éxito. Una manera de hacerlo es tomar en cuenta tres variables fundamentales
que conforman lo que sería el triángulo de sustento de todo negocio o
emprendimiento: tiempo, conocimiento personal y trabajo.
Sobre
estos tres factores las cargas se reparten con igualdad.
El mercado
está lleno de posibilidades que sólo esperan que usted escoja la que mejor se
adapte a sus aspiraciones y condiciones.
Son muchos
los planes de inversión, proyectos de empresas y modelos de negocios que sólo
esperan por inversionistas dispuestos a apostar por ellos para rendir
ganancias.
Los tres
principios antes referidos le ayudarán a la hora de definir su futuro como
inversionista.
Veamos:
El tiempo.
A la hora de considerar su inversión no acepte presiones derivadas de ofertas
engañosas, tales como “si lo hace ahora
pasará la oportunidad de hacerlo”, o “el
tiempo es ahora o nunca”.
Esté
consciente que el tiempo lo controla usted cuando de su inversión se trata.
Exija su tiempo. Usted requiere analizar todas las aristas del negocio, ver
cuáles son las utilidades potenciales, la rentabilidad, el retorno, la calidad
del producto o servicio, el nicho de mercado, etc.
Tómese su
tiempo.
Toda
proyección de utilidades necesita que usted pueda visualizar si efectivamente
en el corto plazo las ventas son factibles.
No se
muestre ansioso, esté calmado y pida explicaciones y detalles sobre el
negocio.
Si se
trata de una inversión segura, esta no se vendrá al piso por el hecho de que
usted quiera un tiempo prudencial para pensar y analizar.
No es
cuestión de aguardar por meses o años, pero sí de dejar reposar la idea para
estudiar con cabeza fría la inversión.
En segundo
lugar tenemos el conocimiento personal: Nadie lo conoce a usted mejor que usted
mismo.
Dentro de
los inversionistas está aquel que quiere “bañarse
en todos los chorritos”, el que no quiere dejar pasar nada. No hay en ellos
demasiado análisis de riesgo ni de situaciones.
Igualmente
está el que, por el contrario, no es emocional y se concentra en el estudio de
lo que los números indican.
El
prospecto ideal es aquel que ubica en el medio de estos dos extremos.
Escuche,
analice, asesórese. Usted sabe quién es, conoce sus fortalezas y
debilidades.
En tercer
lugar, encontramos el trabajo del cual tiene mucha exigencia para ver los
réditos. Las ventas no son cosa fácil, requieren dedicación y esfuerzo.
Hay que
diversificar el portafolio de ofertas para lograr consolidar la estructura
económica de su negocio.
Sea
inteligente, no es cuestión de que se desgaste, sino de que canalice sus
esfuerzos mayoritarios a lo que le va a generar mayores ingresos.
Sigueme @maurolibi12
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